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23 dic 2009

BRESLAU versus BASHKIRTSEFF

Mlle. Luise Breslau (1857-1927)
"Louise Breslau ha muerto. Marie Bashkirtsev (sic) cuyo famoso diario rebosaba de
celos pictóricos por el creciente éxito de Mlle. Breslau en los primeros salones,
murió, quizá de envidia artística, a la edad de veinticuatro años. Breslau,
pintora superior, siguió viviendo medio siglo más y acaba de morir a los setenta,
recordada tan sólo porque fue envidiada por la joven Bashkirtsev, hace muchos,
muchos años. Sic gloria."
Louise Breslau, Autorretrato
Esta breve necrológica apareció en 1927 en la sección quincenal "Carta desde Paris", en las páginas de The New Yorker. Su autora, Janet Flanner -conocida como Gênet- no deja duda sobre su preferencia.
Fuente:
FLANNER, Janet: París era ayer(1925-1939), Alba editorial, Barcelona, 2005. Pág.73

14 sept 2009

Rebuscando en la biblioteca de Remedios Varo

"Remedios Varo y la literatura" es el título de una nueva exposición sobre Remedios Varo que acaba de inaugurarse en el MAM de México. En realidad de nueva no tiene nada, es sólo una nueva lectura de las mismas obras que ya pudieron verse el año pasado con motivo de su centenario.
Esta exposición es el resultado de una investigación bibliográfica realizada por el poeta, escritor y crítico Alberto Blanco en la biblioteca de Remedios Varo. Cada cuadro pintado por Remedios Varo tiene una cercana relación con sus intereses literarios: la ciencia ficción, la literatura esotérica, la fantástica, la visionaria, la ortodoxia y la heterodoxia surrealista.
La exposición "Remedios Varo y la literatura" permanecerá abierta durante lo que resta este año (2009) en el Museo de Arte Moderno, ubicado en Paseo de la Reforma y Gandhi. El horario de vista es de martes a domingo de 10 a 17:30 horas. Para quien pueda ir a verla.
Más información:

5 abr 2009

Maruja Mallo. Obituario

Falleció Maruja Mallo, última representante del surrealismo histórico
La pintora surrealista Maruja Mallo falleció el lunes por la tarde, a los 93 años de edad, en el Hospital Geriátrico de Madrid. Maruja Mallo estuvo presente en todos los movimientos artísticos españoles antes de la guerra civil.EFE Madrid

(Artículo aparecido en Heraldo de Aragón, 8 de febrero de 1995. pag.37)

“Los restos mortales de la pintora Maruja Mallo fueron incinerados ayer en el crematorio de la Almudena en la más estricta intimidad familiar. Acompañaron a Maruja Mallo —cuyo verdadero nombre era Ana María Gómez González— en esta ceremonia sus hermanos Emilio, Angel y Lola, y sus sobrinos Elena y Antonio, hijos de Emilio. Las cenizas de la última pintora del surrealismo histórico viajarán a Galicia, donde nació Maruja Mallo hace 93 años. La pintora, que falleció el lunes en el geriátrico de Carabanchel, en el que llevaba residiendo una década, fue calificada por la ministra de Cultura, Carmen Alborch, como «una de las grandes mujeres que pertenecieron al movimiento surrealista». La ministra reveló que estaba previsto organizar una exposición de la obra de Maruja Mallo, pero que aún no había podido ser concretado el proyecto. Además de Carmen Alborch y los familiares, visitaron la capilla ardiente Fernando Baeza, senador de la primera legislatura y embajador en Estrasburgo con Fernando Morán; Pablo Jimenez, director de la Fundación Cultural Mapfre; y Juan Pérez de Ayala, critico de arte y biógrafo de Maruja Mallo. Emilio Gómez González, hermano de Maruja Mallo, confirmó que «había un proyecto en firme de hacer una exposición pronto» y recordó que la pintora había muerto «tranquila y contenta de ver que en Galicia su obra gustaba a los jóvenes y a los intelectuales». En septiembre de 1993 el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago organizó la última gran muestra de la obra de Maruja Mallo, en la que se reunieron más de 100 piezas, con más de 50 óleos, procedentes de varios museos americanos, del Centro Nacional Reina Sofia y de colecciones particulares en España y extranjero.
El exilio que vivió Maruja Mallo en América Latina fue «duro», según Emilio Gómez, pero resultó «suavizado» gracias a que personalidades como Ortega y Gasset «la valoraron y colaboraron a colocarla en su sitio». Mallo volvió a España en 1965, con motivo del cincuentenario del movimiento surrealista español, y asistió a una paulatina recuperación de su obra, que culminó en 1982 con la consecución de la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.

EFE Santiago de Compostela

El pintor coruñés Eugenio Granell calificó ayer a la pintora surrealista Maruja Mallo, como "una de las grandes artistas españolas del siglo, cuya obra tiene una trascendencia mundial". Granell, el otro gran representante del surrealismo nacido en Galicia, declaró que la obra pictórica de Mallo «no pertenece sólo a Galicia ni a España, sino al mundo», y calificó de «mujer excepcional» a la pintora, fallecida en el Hospital Geriátrico de Madrid. El pintor mostró su pesar por la muerte de esta artista y consideró que era un día «de luto para todos los que la hemos conocido y amamos
el arte».
Granell, que es junto a Mallo el único artista gallego representado en la colección del Centro de Arte Reina Sofia (CARS), recordó que conoció a la artista en Madrid en la época de la República. «Yo estudiaba música entonces y Maruja Mallo ya era una pintora reverenciada y prestigiada por todos, amiga de Juan Ramón Jiménez y de Ortega, de Pedro Salinas, Guillén y Lorca, pese a que eran mucho mayores que ella», indicó el artista coruñés. Insistió en la «dimensión internacional» del arte de Maruja Mallo, que «rebasa las fronteras españolas», y destacó especialmente además los años que vivió exiliada en Argentina, donde desarrolló brillantemente su trabajo como pintora y continuó desarrollando una intensa actividad creativa.”

Magia de meigas: Maruja Mallo



(Artículo aparecido en Galeria Antiquaria, AñoXI, nº112; Dic.1993)
EXPOSICIONES
Antológica de Maruja Mallo
Magia de meigas

J.Mascaraque

Con motivo de la apertura del Centro de Arte Contemporáneo de Galicia, en Santiago de Compostela, se ha presentado, entre los meses de septiembre a diciembre, una muestra antológica de esta veterana pintora
La elección de la artista para tal evento está justificada por tratarse de una gallega de nacimiento (Vivero, 1902). La moder nida de Maruja está fuera de toda duda. Miembro destacado de la primera vanguardia española, es una de las pocas mujeres de su tiempo que enlazan con la modernidad desde su más temprana juventud. Como Salvador Dalí, es el prototipo de artista cuya obra trasciende a lo plasmado en papeles y lienzos. Al final es el ser humano propio la más genuina creación de su arte. Vestida y tocada de algas, en la Isla de Pascua, o abrigada con su chaquetón de piel de lince y el pelo teñido de «rubio veneciano», en sus últimas apariciones en Madrid Maruja destila la autenticidad del artista que entendió la vanguardia como una actitud vital y una forma de ser. En el caso de la Mallo el asunto parece entroncar con la tradición mágica de su Galicia natal. Es como si la artista hubiera estado tocada por las meigas. Porque el sentido mágico de lo humano sus costumbres, necesidades y mitología estará constantemente presente en su obra, al margen de las evoluciones formales.
Comienza a dibujar de forma espontánea siendo una niña, copiando las ilustraciones de las revistas de la época. El traslado de la familia a Madrid posibilita que, junto a su hermano Cristino, entren a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En Madrid conoce a Rafael Alberti, José Bergamín, Luis Felipe Vivanco, Federico García Lorca y Salvador Dalí. Entra en contacto con la Residencia de Estudiantes y con otras jóvenes «emancipadas» como María Zambrano y Concha Méndez. Ha entrado en la modernidad, en un momento en el que gran número de sus representantes estaban en Madrid. Pronto encontrará una gran oportunidad: conoce a D. José Ortega y Gasset, quien decide organizar una exposición de su obra en los salones de la «Revista de Occidente». Esta fue la única exposición que realizó la citada revista, y constituyó un éxito resonante. Era el año 1928. Por aquel entonces colabora con Alberti en la ilustración de su libro «Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos», y realiza decorados y figurines para la obra «La pájara pinta», también de Alberti.

(imágenes: Estampa., 1927. «Actriz», 1942)

Su pintura, hasta ese momento colorista, se transforma radicalmente. Inicia las series, monocromáticas de «Cloacas y campanarios», «Fósiles», «Espantapájaros» y «Espantapeces». Al comienzo de los años 30 viaja a París, donde expone. En 1933, de nuevo en Madrid, inicia su serie de «Arquitecturas minerales y vegetales», que revelan su preocupación por la Naturaleza. Conoce a Miguel Hernández, a los pintores Luis Castellanos y Benajmín Palencia y al escultor Alberto Sánchez, participa en los postulados de la primera «Escuela de Vallecas» y se compromete con las labores educativas y sociales de la República. Realiza platos de cerámica decorados con motivos populares españoles. Colabora también en el intento de Torres-García de poner en marcha en Madrid el «Grupo constructivo». En 1936 participa en la exposición «L’Art espagnol contemporain» de París, en la «Exposición Lógicofobista» de los surrealistas en Barcelona y expone en las salas del ADLAN madrileño. Estaba presente, pues, en cuantas manifestaciones de la modernidad se le presentaban a mano.
La guerra civil le sorprende en Galicia, donde estaba con las Misiones Pedagógicas. Desde allí pasa a Portugal y, ayudada por Gabriela Mistral, parte hacia la Argentina. En América del Sur residirá hasta comienzos de los sesenta. Trabaja intensamente, expone en numerosos países, y da conferencias sobre teoría del Arte. En 1948 había expuesto en Nueva York. Durante la década de los cincuenta permanece retirada de la actividad pública. En 1962 regresa a Madrid, donde pasará veinte años trabajando, hasta que en 1984 enferma y es ingresada en una residencia, donde continúa alojada en la actualidad. Su obra, aunque influida por los diversos movimientos de vanguardia durante el largo trayecto de su vida, destila una gran personalidad, dentro de las varias evoluciones que ha atravesado.
(Imágenes: «El mago, 1926. «Sin título»)
Más:

22 feb 2009

Leonora Carrington, Max Ernst y el surrealismo, según Anaïs Nin

Anaïs Nin, en el siguiente extracto de su diario (invierno de 1942), recuerda a Max Ernst y Leonora Carrington, y reflexiona sobre el surrealismo y la locura:

Max Ernst viene de vez en cuando para ver qué tal salen las reproducciones de sus dibujos [en la BlacK Sun Press, con textos de Paul Éluard]. Es bajo, muy delgado, muy tieso, y tiene perfil de pájaro. La boca es pequeña; y las mejillas, ahuecadas. Tiene una sonrisa breve y parsimoniosa, y una mirada inocente; pero en conjunto, su rostro trasluce perspicacia y mordacidad.


Recuerdo lo que se contaba de él cuando se casó con Leonora Carrington. Era una chica inglesa muy guapa. Los surrealistas, como grupo,fomentaron su neurosis hasta llevarla cerca de la locura. Era pintora. Pintaba una tela y la dejaba apoyada contra la pared. Cuando al cabo de unos días iba a buscarla, no la encontraba. Oí decir que cuando MaxErnst necesitaba telas tomaba el cuadro de ella y pintaba encima.Y luego le decía a su esposa: -¿Estás segura de que habías pintado algo? Yo no he visto ese cuadro que dices-.


Ahora Max Ernst está casado con Peggy Guggenheim.[...]
[...] Cuando encontré a Eleanora Carrington en la oficina del Doctor Jacobson, me sorprendió diciéndome que lo que más le preocupa es que pueda llegar a secársele la fuente que le proporciona las imágenes que pinta o la materia prima para la escritura. A mí esto ha sido siempre lo que menos me ha preocupado.



A mí me parece que cuando se desentierra el inconsciente se encuentra una fuente infinita de creatividad y que el problema se reduce simplemente a encontrar una forma elocuente de expresar lo que ese rico yacimiento produce. Eleanora ha ido muy lejos, casi demasiado lejos como para regresar de esas regiones. ¿Cómo puede hablar del miedo a quedarse seca?
Creo que muchos surrealistas simularon sus sueños. Simularon el inconsciente, la locura y lo fantástico. La simulación siempre se traiciona a sí misma, porque al final desemboca en la aridez.
[...] Siempre sentí en presencia de los surrealistas, como grupo, que en ellos era el intelecto quien convocaba al inconsciente y le hacía actuar. Ninguno de ellos anda, llora, rie, siente. Cuando el inconsciente se manifiesta de manera auténtica, pasas a ser como el primitivo poseído. En cambio, los surrealistas no son poseídos, sino que poseen. Para ellos todo es un juego, un juego de ingenio y brillantez. Los que estaban verdaderamente poseídos perdieron la razón." [*]



-ANAÏS NIN, Diario III, invierno de 1942-

[*] NIN, Anaïs, Diario III (1939-1944), Barcelona, Bruguera, 1981. pp 316-18.
FOTOGRAFÍA: Leonora Carrington y Max Ernst en Saint Martin d'Ardèche, 1939.

20 feb 2009

"Elegía a María Blanchard". Federico García Lorca.

Transcripción de la conferencia pronunciada por Federico García Lorca en el Ateneo de Madrid, poco después de la muerte de María Blanchard, en 1932.

"Señoras y Señores:

Yo no vengo aquí, ni como crítico ni como conocedor de la obra de María Blanchard, sino como amigo de una sombra. Amigo de una dulce sombra que no he visto nunca pero que me ha hablado a través de unas bocas y de unos paisajes por donde nunca fue nube, paso furtivo o animalito asustado en un rincón. Nadie de los que me conocen pueden sospechar esta amistad mía con María Gutiérrez Cueto, porque jamás hablé de ella, y aunque iba conociendo su vida a través de relatos originales siempre volvía los ojos al otro lado, como distraído, y cantaba un poco porque no está bien que la gente sepa que un poeta es un hombre que está siempre ¡por todas lascosas! a punto de llorar.
    ¿Usted conocía a María Blanchard? Cuénteme...
   Uno de los primeros cuadros que yo vi en la puerta de mi adolescencia, cuando sostenía ese dramático diálogo del bozo naciente con el espejo familiar, fue un cuadro de María. Cuatro bañistas y un fauno. La energía del color puesto con la espátula, la trabazón de las materias y el desenfado de la composición me hicieron pensar en una María alta, vestida de rojo, opulenta y tiernamente cursi como una amazona.
   Los muchachos llevan un carnet blanco, que no abren más que a la luz de la luna, donde apuntan los nombres de las mujeres que no conocen para llevarlas a una alcoba de musgos y caracoles iluminados, siempre en lo alto de las torres. Esto lo cuenta Wedekind muy bien y toda la gran poesía lunar de Juan Ramón está llena de estas mujeres que se asoman como locas a los balcones y dan a los muchachos que se acercan a ellas una bebida amarguísima de tuétano de cicuta.
   Cuando yo saqué mi cuartilla para apuntar el nombre de María y el nombre de su caballo me dijeron: "es jorobada".
   Quien ha vivido como yo y en aquella época en una ciudad tan bárbara bajo el punto de vista social como Granada, cree que las mujeres o son imposibles o son tontas. Un miedo frenético a lo sexual y un terror al "que dirán" convertían a las muchachas en autómatas paseantes, bajo las miradas de esas mamás fondonas que llevaban zapatos de hombre y unos pelitos en el lado de la barba.
   Yo había pensado con la tierna imaginación adolescente que quizá María, como era artista, no se reiría de mí por tocar al piano "latazos clásicos", o por intentar poemas, no se reiría, nada más, con esa risa repugnante que muchachas y muchachos y mamás y papás sucios tenían para la pureza y el asombro poético, hasta hace unos años, en la triste España del 98.
   Pero María se cayó por la escalera y quedó con la espalda combada expuesta al chiste, expuesta al muñeco de papel colgado de un hilo, expuesta a los billetes de lotería.
   ¿Quién la empujó? Desde luego la empujaron; "alguien", Dios, el demonio, alguien ansioso de contemplar a través de pobres vidrios de carne la perfección de un alma hermosa.
   María Blanchard viene de una familia fantástica. El padre un caballero montañés, la madre una señora refinada; de tanta fantasía que casi era prestidigitadora. Cuando anciana iban unos niños amigos míos a hacerle compañía y ella, tendida en su lecho, sacaba uvas, peras y gorriones de debajo de la almohada. No encontraba nunca las llaves y todos los días tenía que buscarlas y las hallaba en los sitos más raros, por debajo de las camas o dentro de la boca del perro. El padre montaba a caballo y casi siempre volvía sin él, porque el caballo se había dormido y le daba lástima el despertarlo. Organizaba grandes cacerías sin escopetas y se le borraba con frecuencia el nombre de su mujer. En esta distracción y este dejar correr el agua, María Gutiérrez se iba volviendo cada vez más pequeña, una mano le tiraba de los pies y le iba hundiendo la cabeza en su cuerpo como un tubo de "Don Nicanor que toca el tambor".
   En este tiempo que corresponde a la apoteosis final de Rubén, vi yo el único retrato de María que he visto, y era una criatura triste, no sé de quién, en la que está al lado de Diego Rivera el pintor mexicano, verdadera antítesis de María, artista sensual que ahora, mientras que ella sube al cielo, él pinta de oro y besa el ombligo terrible de Plutarco Elías Calles.
   En la época en que María vive en Madrid y cobija en su casa a todo el mundo, a un ruso, a un chino, a quien llame a la puerta, presa ya de este delicado delirio místico que ha coronado con camelias frías de Zurbarán su tránsito en París.
   La lucha de María Blanchard fue dura, áspera, pinchosa, como rama de encina, y sin embargo no fue nunca una resentida, sino todo lo contrario, dulce, piadosa, y virgen.
   Aguantaba la lluvia de risa que causaba, sin querer, su cuerpo de bufón de ópera, y la risa que causaban sus primeras exposiciones, con la misma serenidad que aquel otro gran pintor, Barradas, muerto y ángel, a quien la gente rompía sus cuadros y él contestaba con un silencio recóndito de trébol o de criatura perseguida.
   Aguantaba a sus amigos con capacidad de enfermera, al ruso que hablaba de coches de oro, o contaba esmeraldas sobre la nieve, o al gigantón Diego Rivera que creía que las personas y las cosas eran arañas que venían a comerlo, y arrojaba sus botas contra las bombillas y quebraba todos los días el espejo del lavabo.
   Aguantaba a los demás y permanecía sola, sin comunicación humana, tan sola, que tuvo que buscar su patria invisible, donde corrieran sus heridas mezcladas con todo el mundo estilizado del dolor.
   Y a medida que avanzaba el tiempo, su alma se iba purificando y sus actos adquiriendo mayor trascendencia y responsabilidad. Su pintura llevaba el mismo camino magistral, desde el cuadro famoso de "La primera comunión" hasta sus últimos niños y maternidades, pero atormentada por una moral superior daba sus cuadros por la mitad del precio que le ofrecían, y luego ella misma componía sus zapatos con una bella humildad.
   La vida y pasión de Cristo fue tomando luz en su vida y, como el gran Falla, buscó en ella norma, dogma y consuelo. No con beatería, sino con obras, con grave dolor, con claridad, con inteligencia. Lo más español de María Blanchard es esta busca y captura de Cristo, Dios y varón realísimo; no al modo de la fantástica Catalina de Siena que se llega a casar con el niño Jesús y en vez de anillos se cambian corazones, sino de un modo seco, tierra pura y cal viva, sin el menor asomo de ángeles o milagro.
   Su cintura monstruosa no ha recibido más caricia que la de ese brazo muerto y chorreando sangre fresca, recién desclavado de la cruz.
   Ese mismo brazo fue el que, lleno de amor, la empujó por la escalera para tenerla de novia y deleite suyo, y esa misma mano la ha socorrido en el terrible parto, en que la gran paloma de su alma apenas si podía salir por su boca sumida. No cuento esto para que meditéis su verdad o su mentira, pero los mitos crean al mundo, y el mar estaría sordo sin Neptuno y las olas deben la mitad de su gracia a la invención humana de la Venus.
   Querida María Blanchard: dos puntos... dos puntos, un mundo, la almohada oscurísima donde descansa tu cabeza...
   La lucha del ángel y el demonio estaba expresada de manera matemática en tu cuerpo.
   Si los niños te vieran de espaldas exclamarían: "¡la bruja, ahí va la bruja!". Si un muchacho ve tu cabeza asomada sola en una de esas diminutas ventanas de Castilla exclamaría: "¡el hada, mirad el hada!". Bruja y hada, fuiste ejemplo respetable del llanto y claridad espiritual. Todos te elogian ahora, elogian tu obra los críticos y tu vida tus amigos. Yo quiero ser galante contigo en el doble sentido de hombre y de poeta, y quisiera decir en esta pequeña elegía, algo muy antiguo, algo, como la palabra serenata, aunque naturalmente sin ironía, ni esa frase que usan los falsos nuevos de "estar de vuelta". No. Con toda sinceridad. Te he llamado jorobada constantemente y no he dicho nada de tus hermosos ojos, que se llenaban de lágrimas, con el mismo ritmo que sube el mercurio por el termómetro, ni he hablado de tus manos magistrales. Pero hablo de tu cabellera y la elogio, y digo aquí que tenías una mata de pelo tan generosa y tan bella que quería cubrir tu cuerpo, como la palmera cubrió al niño que tú amabas en la huída a Egipto. Porque eras jorobada, ¿y qué? Los hombres entienden poco las cosas y yo te digo, María Blanchard, como amigo de tu sombra, que tú tenías la mata de pelo más hermosa que ha habido en España."

8 feb 2009

Mujeres Artistas: Textos / Artículos / Ensayos





-“Maika Rivera: obituario

- Vorticismo
- BRESLAU versus BARKITSHEFF, Janet Flanner (1927)
- Rebuscando en la biblioteca de Remedios Varo: otra excusa para una nueva exposición
- "Elegía a María Blanchard". Federico García Lorca
- "Sonia Delaunay: Arte y moda".
- "El ángel del hogar": un modelo de mujer en el siglo XIX
- "Suzanne Valadon y Erik Satie: Arte, música y una relación tempestuosa".
- "Vexations, o cómo sobrevivir a Suzanne Valadon".
- "Artistas Australianas en Paris: un descubrimiento".
- "Leonora Carrington, Max Ernst y el surrealismo, según AnaïsNin".
- Maruja Mallo. Obituario-
-"Maruja Mallo: Magia de meigas"
- "Meraud Guinness Guevara, ma mère", Alladine Guevara.
- "Eva Bonnier: 1857-1909".
- "Transgresiones: Ellas llevan los pantalones". Mercedes G. Bravo
- "Especial Centenario: Frida Kahlo". Recopilación de blogs.
- "El ángel del hogar: un modelo de mujer en el s.XIX".Mercedes G. Bravo
- 46, Gordon Street: Vanessa Bell y Virginia Woolf
- "12 rue Cortot: un estudio, tres artistas"
- "Suzanne Valadon y su hijo, Maurice Utrillo". Y lo que no es lo mismo, aunque lo parezca:
- "Maurice Utrillo y su madre, Suzanne Valadon"
- "Dos mujeres del entorno surrealista: Remedios Varo y Claude Cahun".

10 oct 2008

Artistas Australianas en Paris: un descubrimiento

Ha sido un descubrimiento:

El gran número de mujeres artistas australianas que llegaron a París desde un lejano continente -más allá de las americanas, mucho más allá de las venidas del este, en la antípodas de las refugiadas españolas...- y se instalaron en Paris durante las tres primeras décadas del siglo XX. Jóvenes mujeres artistas que llegaron -como tantas otras desde tantos otros sitios- buscando la promesa de una ciudad, Paris, que les ofrecía la libertad de crear y sentirse independientes.

Agnes Goodsir, Cherry-()Dunn- y (dos amigas)
AGNES GOODSIR

In a Quarter-Latin studio,ca

La parisienne, ca.1929

BESSIE DAVIDSON

Madame Le Roy assise de dos dans un interior,1920
GRACE CROWLEY


Retrato de Lucie Beynis
MARGARET PRESTON
Flapper, 1928
Compartieron aprendizaje en la Academia Colarossi, estudios y apartamentos, amistades y parejas. Algunas encontraron lo que buscaban al llegar. Y se quedaron. Otras volvieron a Australia.
A penas son conocidas. Especialmente fuera de las fronteras de Australia.








27 sept 2008

Remedios Varo: LA EXPLORACION DE LAS FUENTES DE LA LUZ.

LA EXPLORACION DE LAS FUENTES DE LA LUZ.
Por Carmen V. Vidaurre Arenas

Uno de los rasgos que caracteriza las producciones culturales del presente, es el de las relaciones múltiples que se establecen entre obras que proceden de distintos campos de la cultura. Este fenómeno no es algo nuevo, los estudiosos han observado antes, por ejemplo, la forma en que la narrativa picaresca se nutrió de prácticas discursivas características de los procesos jurídicos, así como la presencia de la plástica manierista en la obra de Cervantes, la influencia de las coplas en la obra de Quevedo, la de la filosofía, la música y el discurso religioso, en la poesía y el teatro de Juana Inés de la Cruz, la presencia de la literatura en los grabados de Francisco de Goya, el reciclaje de obras literarias en la ópera romántica y en la danza, la influencia de la fotografía en los óleos de los simbolistas, la forma en que música, arquitectura, danza, y plástica, se hacían presentes en las producciones literarias modernistas, las relaciones entre el lenguaje pictórico y los poemas en José Juan Tablada. Sin embargo, este tipo de relaciones múltiples que se han dado en el arte, a lo largo de la historia, se torna sistemático y como nunca recurrente en el siglo XX[1][1]. Sin duda, este campo de estudio ofrece un horizonte inagotable para los investigadores del arte y la cultura contemporáneos, y tiene consecuencias importantes, porque nos lleva a tomar conciencia que hay rutas comunicantes que vinculan todas las producciones culturales en formas tan estrechas que es difícil no concebir la cultura como un mosaico complejo, rico, diversificado, en el que lo semejante y lo diferente se funden; esto nos lleva a cuestionar, como nunca, las distinciones tajantes entre lo nacional y lo extranjero, lo literario y lo no literario, lo académico y lo popular. Quizás, en parte, por todo esto, hoy hemos elegido estudiar la forma en que tales fenómenos se hacen manifiestos en la obra plástica de una pintora exiliada, nacida en Anglés, un pequeño pueblo de la provincia de Gerona, el 16 de diciembre de 1908: María de los Remedios Varo y Uranga, conocida como Remedios Varo, quien produjo la mayor parte de su obra plástica y literaria en México, donde murió el 8 de octubre de 1963, poco después de haber declarado: "Soy más de México que de ninguna otra parte. Conozco poco España: era yo muy joven cuando viví en ella". Remedios Varo formó parte de muchos territorios: el de una sociedad tradicional, la España de Alfonso XIII, con su dictador, el general Primo de Rivera, con su colegio de monjas y su academia de arte, en donde las mujeres se dedicaban a la costura y al duro trabajo, participó de una cultura heredada por su madre originaria del país vasco, y de otra heredada por su padre, quien era andaluz, agnóstico, hablaba esperanto y le enseñó dibujo técnico. Remedios fue miembro de una institución conservadora, que expulsó a Dalí por mal comportamiento, pero también formo parte de una familia que viajaba mucho, debido a las investigaciones sobre vías fluviales que hacia el padre, ingeniero especializado en obras hidráulicas , a lugares como Casablanca y Tánger.
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7 jun 2008

Transgresiones: "Ellas llevan los pantalones"

PARIS
7 de noviembre de 1800:

"Una Proclamación prohíbe a las mujeres vestir ropas de hombre"
No hay nada que constituya un signo de identidad sexual más superficial, pero a la vez más persistente, que la ropa. Y en ninguna otra época se diferenciaron tanto las ropas masculinas y las femeninas ni se ejerció tanta vigilancia sobre las transgresiones en materia de vestimenta como en el s. XIX.
Pero la prohibición de vestir pantalón no impidió que algunas mujeres se vistieran de hombre, ya por comodidad, ya por espíritu de emancipación.







(foto: Elisabeth Gramond,1889)
MADAME MARBUTY
Su nombre, antes de casarse, era Caroline Pétinaud, conocida como "la musa de Limoges". Tuvo un salón literario y escribía novelas, poemas y artículos de opinión bajo el pseudónimo de Claire Brune -Clara Morena-.
Amiga de Honoré de Balzac, acompañó al escritor en un viaje a Italia en 1836. Para evitar habladurías acordaron que Caroline se vestiría de hombre. Luciendo levita, con la fusta en la mano y el aire lleno de determinación, partió a Turín bajo el nombre de Marcel.
"Este traje, que me sienta muy bien, me encanta. Impide el que sea reconocida y me proporciona una infinidad de libertades agradables y nuevas. Esto le va a mi espíritu original", escribió en una carta a su madre.
El recuerdo de éste viaje en compañía de Marcel inspiró a Balzac su novela "El gabinete de las antigüedades".

GEORGE SAND
Su verdadero nombre era Aurore Dupin.
Ésta escritora francesa ha pasado a la historia no sólo por su valiosa producción literaria (escribió más de 200 libros, de los que 143 son novelas), sino, más aún, por haber sido una de las primeras mujeres que se rebelaron, abiertamente, contra los prejuicios sociales que condenaban a la mujer a una vida austera y sometida.
Educada por su abuela, que tenía una mentalidad muy abierta, se casó en 1822 con el barón Dudevant, al que abandonó tras considerar que la vida conyugal era tremendamente opresiva.
Su habitual atuendo masculino, sus numerosas relaciones amorosas -fué amante, entre otros, de Prosper Merimé (autor del libreto de la ópera Carmen), del poeta Alfred de Musset, de los músicos F. Chopin, F. Listz-, y su contínuo desafío a las normas morales y sociales, convirtieron a George Sand en un escándalo viviente. (En la imágen: grabado que muestra a George Sand, en compañía de un amigo)

ROSA BONHEUR
(1822-1899)

También famosa por usar ropas de hombre, la pintora francesa Rose Bonheur llevó siempre un estilo de vida poco convencional:
fumaba cigarros en público, cabalgaba a horcajadas y llevaba el pelo en forma de corta melena.
Reconocida entre los mejores pintores de animales de la historia, visitaba contínuamente los mataderos y las fincas ganaderas para estudiar su anatomía. La pesada y complicada moda femenina de la época no era la mejor ropa de trabajo. Empezó a usar vestimenta masculina y fué obligada a conseguir una "autorización oficial de travestismo" de la policía, que debía renovar periódicamente para poder llevar pantalones y fumar... (leer más)

ROMAINE BROOKS
(1874-1970)


Romaine Brooks: Autorretrato. 1923
...y compañía


Artículos relacionados:
-"Amazonas del arte nuevo" (Biblioteca de Mujeres Artistas)
-"Arte y cuestiones de género" (Biblioteca de Mujeres Artistas)
-"Gluck: her biography" (Biblioteca de Mujeres Artistas)

6 jun 2008

"El angel del hogar": un modelo de mujer en el s.XIX

(...)"Dadas las condiciones de la actual sociedad, no es preciso que la mujer sea sabia, basta con que sea discreta; no es necesario que brille como filósofa: le basta con brillar por su humildad como hija; por su pudor como soltera; por su ternura como esposa; por su abnegación como madre; por su delicadeza y religiosidad como mujer."
(S. Catalina, El talento, el estudio y la artista, 1923)

Berthe Morisot: La lectura
"MANDAMIENTOS DE LA MUJER"
(publicado por M. Torrijos en "Almanaque para 1865")
1.º Amar a un hombre sobre todos los demás
2º No jurarle en vano
3º Hacerle fiestas
4º Honrarle y desear que sea padre de sus hijos
5º No celarle
6º No fiarle
7º No engañarle
8º No dar calabazas ni mentir
9º No desear más que un prójimo
10º No codiciar el lujo

Un marco social así, en el que estaba mal visto que una mujer fuera sabia, o coqueta más allá de lo prudente, o que pudiera tener una profesión, limitaba el acceso a su propia independencia, a su identidad.


¿Qué mayor satisfacción podía haber, para una mujer, que convertirse en "el ángel de su hogar"...? Ser una hija adorable, una buena esposa sumísa, solícita, caritativa y virginal, la madre abnegada de sus hijos e hijas... no se esparaba más de una mujer. Ni menos.

Las mujeres que aspiraban a desarrollar una vida profesional con proyección pública, como el arte, la literatura o la política eran consideradas usurpadoras de la autoridad masculina, destructoras de la armonía doméstica o "monstruos, algo así como terneras de cinco patas", como las llamó Renoir, un vanguardista, refiriéndose a algunas mujeres que querían convertirse en artistas y tener que soportar críticas como las que, por ejemplo, hacía un tal Sr. Zabala -en Catálogo Cómico-Crítico de la Exposición Nacional de Bellas Artes 1881-:

"Yo lo quisiera decir,
Mas no quisiera ofender.
Como pintora es muy mala,
muy buena como mujer."
---
Tres cosas ha de tener
la mujer para agradar:
Mucha aguja de coser
charlar poco y no pintar.
---
No sé qué elogiar primero.
Si el trabajo de la artista
o ese busto sandunguero.
---


En fín...
Pero ni ese marco social de clara desigualdad, ni la opinión de Renoir o las críticas artísticas del Sr. Zabala, ni la prohibición de cursar estudios oficiales de arte, pudieron impedir que hubiera mujeres que lucharan hasta conseguirlo.

Para ello tuvieron que superar límites, transgredir ciertas normas, romper barreras... y pagar las consecuencias.
"Matar al ángel del hogar" no salía barato y suponía, en muchos casos, pasar privaciones físicas, ser marginadas, rechazadas, criticadas, olvidadas...
(Mercedes García Bravo)
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-Camille Claudel, Anne Delbée (Bibliografía)

18 may 2008

Diego Rivera: su época europea



El mejicano Diego Rivera llegó a España por primera vez en 1907 y pasó dos años empapándose de los más variados influjos, asumiendo en su obra aquéllos que le parecían más útiles y tomando parte en las más diversas y relevantes corrientes estéticas del momento. La curiosidad intelectual del joven pintor y la facultad de aprender, tanto de los antiguos maestros como de las nuevas tendencias, se refleja en la variedad de estilos ensayados en los años siguientes.
En el Museo del Prado, el pintor mexicano estudia y copia obras de Francisco de Goya, especialmente las «pinturas negras» más tardías, y también los cuadros de El Greco, Velázquez y los pintores flamencos. Después de conocer al escritor y crítico Ramón Gómez de la Serna, uno de los más importantes personajes de la bohemia artística y literaria de Madrid, Rivera comienza a moverse en los círculos vanguardistas españoles.
Estimulado por sus nuevas amistades, Rivera se va a Francia en 1909 y sólo volverá a la península ibérica en visitas breves y esporádicas, si bien su evolución sigue estrechamente ligada a sus contactos con artistas e intelectuales españoles.
En París estudia también las obras expuestas en museos, visita exposiciones y conferencias y trabaja en las escuelas al aire libre de Montparnasse y en las orillas de Sena.
En verano hace un viaje a Bélgica y pinta en Bruselas, centro de los artistas simbolistas. Allí conoce a Angelina Beloff. una pintora rusa seis años mayor que él, nacida San Petesburgo en el seno de una familia liberal de clase media. Se había hecho profesora de arte en la academia de arte de San Petersburgo y se encontraba en Bruselas camino de París. Angelina Beloff será durante doce años compañera sentimental de Rivera.
Tras una breve visita a Londres, donde conoce la obra de William Turner, William Blake y William Hogarth, Rivera y Beloff retornan a Francia a finales de año.
En 1910, después de tomar parte por primera vez en una exposición de la «Société des Artistes Indépendants», viaja nuevamente a Madrid. Su beca había caducado en Agosto de aquel mismo año y era hora de ir pensado en el retorno a México y en el transporte de los cuadros pintados durante su estancia en Europa, que iban a formar parte de una exposición con motivo d Simultáneamente Francisco I Madero, opositor al presidente Porfirio Díaz, proclama la revolución mexicana, que durará diez años. Pese a los disturbios políticos, la exposición es para Rivera un éxito, tanto artístico como económico. El dinero obtenido con la venta de sus obras le permite volver a Paris en Junio de 1911, esta vez para quedarse diez años.
Una vez en París, Rivera y Angelina Beloff consiguen una vivienda y emprenden en la primavera de 1912 un viaje a Toledo. Allí encuentran a varios artistas latinoamericanos residentes en Europa y traban amistad con su compatriota Angel Zárraga. Al igual que éste, Rivera estudia la obra del pintar español Ignacio Zuloaga y Zabaleta, y se siente fuertemente atraído por la pintura de El Greco.. Rivera comienza a interesarse por la superposición de formas y superficies en el espacio, que desembocará en un estilo pictórico cubista.
De nuevo en París, Rivera y su compañera Angelina Beloff se instalan, en el otoño de 1911 en la Rue du Départ 26, un edificio en el que tienen sus estudios varios artistas de Montparnasse.
A través de los cuadros de sus vecinos, los pintores holandeses Piet Mondrian, Conrad Kikkert y Lodewijk Schelfhout, que han recibido de Paul Cézanne su forma de expresión artística, Rivera se impregna de estilo cubista. Puede consignarse el año 1913 como el del paso de Rivera al «cubismo analítico» y a la concepción cubista del arte, que cristalizaría en 200 obras pintadas en los cinco años siguientes. Tras los primeros trabajos en esta técnica pictórica, su empeño por desarrollar su propio estilo a base de elementos cubistas y futuristas alcanza su máximo exponente al utilizar una paleta de colores mucho más variada y luminosa, poco usual en la pintura cubista de sus contemporáneos.
La influencia del «cubismo sintético» del pintor español Juan Gris, a quien conoce a principios de 1914, se aprecia cuando Rivera intenta aplicar la composición de cuadrículas típica en el español, en la que cada cuadrícula muestra un objeto distinto y conserva su propia perspectiva. También la mezcla de pigmentos con arena y otras sustancias, así como la aplicación pastosa del color y la utilización de una técnica de collage delatan la influencia de Juan Gris.
Mientras sus obras pueden verse en exposiciones colectivas fuera de Francia, Rivera asiste entusiasmado a las discusiones teóricas de los pintores cubistas. Uno de sus interlocutores más importantes es Pablo Picasso, a quien Rivera ha conocido a través del artista chileno Ortíz de Zárate.
En su primera exposición individual, que tiene lugar en la galería Berthe Weill en abril de 1914, Rivera expone veinticinco obras cubistas, varias de las cuales consigue vender, mejorando así la apurada situación económica del matrimonio de artistas. También puede emprender un viaje a España junto a Angelina Beloff, Jacques Lipchitz, Berthe Kristover y María Gutiérrez Blanchard. Su permanencia en Mallorca se prolonga más de lo previsto debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, haciendo entre tanto un viaje a Madrid, donde Rivera se encuentra nuevamente con el escritor Ramón Gómez de la Serna y otros intelectuales españoles y mexicanos. En esta ocasión toma parte en la exposición «Los pintores íntegros», organizada por Gómez de la Serna en 1915, en la que se muestran por primera vez obras cubistas en Madrid, provocando airadas discusiones y críticas.
Después de regresar de España, Rivera se informa de los acontecimientos políticos y sociales que convulsionan su país a través de amigos mexicanos, que viven en el exilio en Madrid o en París, y de su propia madre, que lo visita en 1915 en París. Aunque México se encuentra al borde del caos y la anarquía Rivera está entusiasmado con la idea de un México sacudiéndose el yugo colonial, de un México devuelto al pueblo mexicano, como proclama el héroe popular revolucionario Emiliano Zapata en su «Manifiesto a los mexicanos».
Convertido en uno de los primeros representantes del grupo de los llamados «clásicos», al que pertenecen también Gino Severini, André Lhote, Juan Gris, Jean Metzinger y Jacques Lipchitz, Rivera comienza a triunfar con sus pinturas. En 1916 participa en dos exposiciones colectivas de arte postimpresionista y cubista en la Modern Gallery de Marius de Zaya en Nueva York, quien en octubre del mismo año le invita a la «Exhibition of Paintings by Diego M. Rivera and Mexican Pre-Conquest Art». El tratante de arte y director de la galería L'Effort moderne, Léonce Rosenberg, le hace un contrato por dos años y Rivera participa activamente en discursos metafísicos que celebra semanalmente un grupo de artistas y emigrantes rusos, por iniciativa de Henri Matisse. Es Angelina Beloff quien se encarga de presentarlo en estos círculos, en los que Rivera conoce también a los escritores rusos Maximilian Voloshin e Ilya Ehrenburg. Al contacto con las teorías científicas y metafísicas, la obra de Rivera adopta un estilo menos ornamental y más «clásico», de composición más sencilla. como puede apreciarse en el retrato de Angelina y el niño Diego. Es una sencilla representación de su compañera sentada en un sillón, amamantando al hijo de ambos, nacido el 11 de agosto de 1916. Debilitado por el frío y el hambre, Dieguito enferma gravemente de gripe durante la epidemia de 1917/1918 y fallece antes de terminar el año. Como recuerdo del pequeño quedan algunos dibujos de él con la madre, y su posterior reelaboración en estilo cubista.
Un poco más tarde, el matrimonio Rivera-Beloff se aloja en un apartamento cerca de Champ de Mars, en la Rue Desaix, lejos del ambiente artístico e intelectual de Montparnasse. El alejamiento de los pintores cubistas se originó por una discusión de Rivera con el crítico de arte Pierre Reverdy en la primavera de 1917, discusión que André Salmón llamará más tarde «L'affaire Rivera». Durante la ausencia de Guillaume Apollinaire, en los años de la guerra, Reverdy se había convertido en teórico del cubismo. En su artículo «Sur le Cubisme» hace una crítica tan demoledora de la obra de Rivera (y también de la de André Lhote), que en el siguiente encuentro entre ambos, una cena organizada por Léonce Rosenberg, crítico y pintor se van a las manos. Resultado del incidente fue el abandono definitivo del cubismo y la ruptura con Rosenberg y Picasso. Braque, Gris, Léger y sobre todo sus amigos más próximos como Lipchitz y Severini dan la espalda a Rivera, y el cuadro de éste, "Paisaje zapatista", adquirido por Rosenberg, no se expuso hasta los años treinta.
En el mismo año, Rivera comienza a estudiar intensamente la obra de Paul Cézanne, retornando así a la pintura figurativa. Vuelve a interesarse por la pintura holandesa del siglo XVII e inicia una serie de naturalezas muertas y retratos que muestran un fuerte parentesco con la obra de Ingres. Buscando un nuevo realismo expresivo, la obra de Rivera asume finalmente el estilo de Pierre-Auguste Renoir y su utilización del color, recurriendo a veces a elementos fauvistas. Su vuelta a la pintura figurativa encuentra el apoyo del médico y reconocido crítico de arte Elie Faure, quien ya en 1917 había invitado a Rivera a participar en una exposición colectiva organizada por él, bajo el título «Les Constructeurs». Más tarde escribiría sobre el pintor: «Hace casi doce años conocí en París a un hombre cuya inteligencia se podría calificar casi de antinatural. (...) Me contó cosas de México, país donde nació, cosas maravillosas. Es un mitólogo, pensé, o tal vez un mitómano.»
Es también Faure quien suscita en Rivera el interés por el Renacimiento italiano. Discutiendo con él sobre la necesidad de un arte con valores sociales y sobre la pintura mural como forma de representación, se le abren a Rivera amplios horizontes. Alberto J. Pani, embajador mexicano en Francia, que además de encargar a Rivera retratos suyos y de su mujer, había adquirido varios cuadros postcubistas de su compatriota, consigue que José Vasconcelos, nuevo rector de la universidad de Ciudad de México, financie a Rivera un viaje de estudios a Italia. Con una beca en su poder, Rivera parte en Febrero de 1920 para Italia, donde a lo largo de 17 meses estudiará el arte etrusco, bizantino y renacentista italiano. Tomando como modelos las obras de los maestros italianos, los paisajes, la arquitectura y las gentes, Rivera pinta más de 300 bocetos y dibujos, que según su costumbre reúne en cuadernos de apuntes y guarda en los bolsillos de sus chaquetas.
En la primavera de 1920, todavía durante su permanencia en Italia, Vasconcelos es nombrado ministro de educación de México. Bajo el gobierno del presidente Álvaro Obregón. Una de sus primeras iniciativas es un amplio programa de formación popular, que prevé también la pintura mural en edificios públicos como medio de culturización. Después de su regreso de Italia, en marzo de 1921, Rivera se siente atraído por la evolución política y social de México y decide abandonar definitivamente Europa. Deja en París a Angelina Beloff y a su hija Marika, nacida en 1919 de sus relaciones con Marevna Vorobev-Stebelska, una artista rusa a quien había conocido en 1915 y que frecuentaba los msmos círculos que Angelina Beloff. Durante algún tiempo, el pintor mantuvo relaciones con ambas mujeres al mismo tiempo, y en 1917 vivió con la pintora, una mujer de carácter impulsivo que era seis años más joven que él. Al regresar a México, Rivera perdió el contacto con ambas mujeres.
Con la vuelta a México, el capítulo Europa estaba definitivamente cerrado.



(Fotos:1.- Diego Rivera durante su estancia en Europa; 2.- Retrato de Angelina Beloff, por Diego Rivera; 3.- Angelina Beloff y Diego Rivera, 1909; 4.-"Paisaje Zapatista" obra de Diego Rivera, 1915)



Texto extraído del libro:

2 may 2008

Suzanne Valadon y su hijo, Maurice Utrillo

La vida amorosa de Marie-Clémentine Valade (Suzanne Valadon) estuvo plagada de esporádicas aventuras amorosas y relaciones más o menos serias y duraderas con algunos de los artistas y personajes más influyentes del mundo artístico del París de principios de siglo XX, el París de los impresionistas.
... Y siempre fomentó todo tipo de especulaciones a cerca de la verdadera identidad del padre de su único hijo, el que luego sería el famoso pintor de Montmartre, Maurice Utrillo Valadon, al que dio a luz el 26 de Diciembre de 1883, en Paris, en el 8 rue du Poteau, a los pies de la Butte Montmartre.
El propio Maurice Utrillo, recordaba que un día, yendo con su madre por la Rue Girardon, ésta le confesó que el hombre con barbas que iba por la otra acera, era su padre.
Se trataba de un tal Boissy, al que había conocido en el viejo cabaret de la Rue des Saules donde ella actuaba, y que a pesar de ser un alcohólico empedernido y "el peor tipo de la Colina", debía respetarlo porque "era un trovador que había sabido cantar al viejo Montmartre y a sus molinos".
Se dice que Boissy, al conocer la noticia de que "la bella Marie"-o la "terrible Marie", como también era conocida- esperaba un hijo, lo celebró con sus amigos en una tabernucha de la Rue Norvins.
La pintora Lucie Valore, esposa de Maurice Utrillo, aseguraba tener pruebas de que el padre deMaurice había sido Puvis de Chavannes, de quien Suzanne había sido modelo. Y hablaba de la existencia de una carta en la que el maestro se comprometía a pasarle una pensión vitalicia de doscientos francos anuales.
Pero la misma Lucie Valore señala en otra dirección al decir que el padre de Utrillo podía haber sido el pintor y periodista catalán Miguel Utrillo Morlius, compañero de Ramón Casas y Santiago Rusiñol en Montmartre, que también estuvo profundamente enamorado de ella y que, de echo, dió su apellido al niño, en 1891. Los terribles celos que siempre sintió André Utter por Miguel Utrillo, a pesar de que Suzanne siempre le había negado su paternidad, también pueden corroborar esta teoría.
Años después la propia Suzanne Valadon confirmaría la veracidad de este vínculo a su amiga, la galerista Berthe Weill, al mostrarle en un periódico de Barcelona la noticia de la muerte de Miguel Utrillo.
De enero a junio de 1893, fue la amante del músico Erik Satie, que le pidió matrimonio tras su primer encuentro, y se traslada al número 7 de la Rue Tourlaque, un edificio lleno de estudios para artistas. Poco después conoció a Toulousse Lautrec, de quien fué modelo y con quien mantuvo una tormentosa relación de dos años que terminó el día que Suzanne Valadon fingió un suicidio porque Toulousse Lautrec no se casaba con ella.
Vivió 14 años con el banquero Paul Moussis, al que abandonó para volver al estudio del 12 de la Rue Cortot de Montmartre, donde poco después se unió a otro pintor, amigo de su hijo, André Utter, veintiún años más joven que ella, y que terminará abandonándola después de celebrar juntos varias exposiciones.
Más sobre Maurice Utrillo:
Más sobre Suzanne Valadon:

SUZANNE VALADON: "Eres de los nuestros"

El verdadero nombre de Suzanne Valadon (1865-1938), "la terrible María", era Marie-Clementine Valade. Nacida el 23 de septiembre de 1865 en Bessines-sur-Gartempe (Haute-Vienne. Limousin) se trasladó con su madre, una lavandera no casada, a París, donde comenzó a trabajar de aprendiza en un taller de costura. Ocasionalmente trabajó como acróbata en el circo Molier. Con quince años, una caída le hizo abandonar y se convirtió en modelo de artistas.
Posó, por ejemplo, para todos los personajes que aparecen en"Bois sacré, cher aux Arts et aux Muses", de Pierre Puvis de Chavannes (1824-1898). Una gran obra decorativa que realizó entre 1884 y 1891 para el gran anfiteatro de la Sorbonne.
Fué amiga y modelo de Degas, Renoir y Toulousse Lautrec, hasta que un día cogió un lápiz y decidió pasar al otro lado del arte. Degas, viendo sus dibujos, exclamó:
-"Hija mía, es un hecho: tú eres de los nuestros."
En 1883, cuando tenía dieciocho años, nació su hijo Maurice Valadon, que fué reconocido años después, en 1891, por el pintor español Miguel Utrillo. Al nacer Maurice Utrillo nació, también, la pareja madre-hijo más importante de la historia del arte.
Ese mismo año mantuvo una relación con el músico Erik Satie, que se enamoró perdidamente de ella y le propuso matrimonio la mañana siguiente tras su primer encuentro.
Se casó en 1896 con Paul Moussis, un comerciante, agente de cambio y bolsa del que se separó en 1909. Suzanne, de 44 años, dejó a su marido por un pintor de 23, André Utter, amigo de su hijo Maurice, con quien se casó en 1914. Esta tumultuosa unión duró cerca de treinta años.
Durante esos años de independencia, en los que se veía a Suzanne Valadon subir a la Butte, cargada con su caballete y sus pinturas, y en los que los rumores sobre sus aventuras amorosas eran habituales, su hijo Maurice fué criado por su abuela y sufrió el alejamiento de su madre. Desde la adolescencia, frecuentó las barras de los bares. Sus resultados escolares eran mediocres y frecuentemente era expulsado de los distintos colegios a los que fué. A los veinte años intentó suicidarse por primera vez y empezó un ciclo repetitivo de internamientos. Por motivos terapéuticos, su madre, Suzanne Valadon, le animó a que pintara. Él, Maurice Utrillo, se convirtió en el "Verlaine de la pintura", pintor de las calles de Montmartre, de los viejos muros decrépitos, de los personajes pintorescos de la vida bohemia.
Cuando los impresionistas abandonaron Montmartre, Suzanne Valadon se quedó.
Suzanne Valadon murió el 7 de abril de 1938 y fue enterrada en el Cimetière de Saint-Ouen.
"He tenido los mejores maestros, saqué lo mejor de ellos, de sus enseñanzas, de su ejemplo. Me encontré a mí misma y he dicho, creo, lo que tenía que decir".
Se dice que llegó a trabajar hasta trece años en cada uno de sus óleos antes de enseñarlos públicamente.
Hizo su primera exposición individual en 1915, y obtuvo un éxito rotundo tanto comercial como de crítica. Su obra está compuesta por retratos, paisajes y desnudos, llena de colores brillantes y vigorosos.
Suzanne Valadon murió en 1938 y a su funeral acudieron grandes personajes de la comunidad artística de París incluyendo a Picasso, Georges Braque y André Derain, pero no acudió su hijo, Maurice Utrillo. Su tumba está en el cementerio de St.Ouen, Seine-St.Denis de Paris.
MÁS:
Suzanne Valadon y su hijo, Maurice Utrillo (En una ESTANTERÍA ANEXA)
BIBLIOGRAFÍA:
-Sylvie Buisson y Christian Parisot, Artistes de Montmartre, 2004
-Amazonas del Arte Nuevo. Catálogo de exposición

Suzanne Valadon
Le Sacré-Coeur vu du jardin de la Rue Cortot
1916
Óleo/lenzo 63 x 53 cm.
Musée national d'Art Moderne. Paris.
(Fotografías: 1.-Suzanne Valadon, posando desnuda, s.f.; 2.-Suzanne Valadon y Maurice Utrillo, s.f.)

19 abr 2008

Dos mujeres del entorno surrealista: Remedios Varo y Claude Cahun. Cristina Ballestín Cucala

El "Primer encuentro hispano francés de investigadores", celebrado en Sevilla en
2005, tenía como leit motiv: La cultura del otro: español en Francia, francés en España/La culture de l'autre: espagnol en France, français en Espagne.
Cristina Ballestín Cucala presentó entonces su ponencia "Dos mujeres surrealistas: Remedios Varo y Claude Cahun".
La conexión entre estas dos artistas parece un poco forzada pero damos la bienvenida a su aportación.
Puedes leer y descargar el texto completo: aquí

Entre Remedios Varo y Claude Cahun... la autora parece escoger a la segunda. Ha publicado "Claude Cahun: más allá del surrealismo" y "Las heroínas de Claude Cahun", en Riff Raff: revista de pensamiento y cultura. Próximamente presentará nuevas aportaciones en el Congreso Internacional "Texte, Genre, Discours" -Texto, género, discurso- organizado por la Universidad de Salamanca, y en los "Cursos de verano de la Universidad de Zaragoza" que tendrán lugar en Jaca (Huesca).
(Cristina Ballestín Cucala es profesora de filología francesa en Facultad de CC. Humanas y de la Educación de la Universidad de Zaragoza -campus de Huesca-)

7 abr 2008

Mercè Ibarz: Remedios Varo la logicofobista

He aquí un excelente artículo aparecido en EL PAIS, en su edición de Cataluña:
MERCÈ IBARZ
17/03/2008
"En estos días de lógicas aplastantes, mi imaginación está logicofobista (aunque esta palabra no exista en el presente, vivió con audacia en los años tricolores). Logicofobista, como Remedios Varo. Esta estupenda pintora y escritora nació, por azares de la profesión de su padre, ingeniero hidráulico, hace justo 100 años en Anglès, pueblo de la Selva entre los ríos Ter y Osor, se formó en Madrid y fue una de las artistas de la Exposición logicofobista que el galerista Dalmau montó en los sótanos de la librería Catalònia en mayo de 1936, en el número 3 de la Ronda de Sant Pere. Prodigiosamente, la librería sigue en pie.
Pero no encontraremos ninguna huella -una placa, por ejemplo- en la plaza de Lesseps, donde Remedios vivió entre 1932 y 1937. Esta ciudad no gusta de reconocer los lugares de sus espíritus más libres. No queda en pie el primer estudio de Picasso, en el número 4 de la calle de la Plata, y tampoco nada recuerda a Miró en la calle Nou de la Rambla, donde trabajó casi clandestinamente tras huir de la Francia nazi y antes de refugiarse en Mallorca. Paso a menudo delante de la casa donde vivió el músico Toldrà, en el 133 de la calle de Girona, y agradezco la placa que lo rememora. Los ojos descansan porque allí nacieron melodías. Me dirán ustedes que si la ciudad no recuerda los talleres de pintores eximios como Picasso y Miró, por qué razón debería recordar a Remedios Varo. Pues miren, porque es cuestión de tiempo -cuando sus herederos hayan puesto término a problemas legales diversos- que esta pintora, cuyo legado es mexicano, sea tan conocida por todas partes como su coetánea Frida Kahlo.
Los logicofobistas fueron surrealistas que se lo montaron por su cuenta, sin pedir permiso a París. Formaron el grupo en Lleida, nada menos. De la ciudad de la niebla surgieron con ímpetu y así tenemos hoy en la barcelonesa plaza de Orwell la escultura de Leandre Cristòfol, más conocida como el tripi, competidora en el favor de los jóvenes con el gato boteriano de la rambla del Raval. Remedios realizó en Barcelona unos fotomontajes deliciosos y potentes, en paralelo a sus trabajos para la casa de publicidad Thomson. Aquí conoció a una de sus parejas, el poeta francés Benjamin Péret, con el que se exilió primero a París y luego a México.
De la lógica imperante estaban hartos Remedios Varo y sus amigos. Ella incluso más, como Maruja Mallo, otra logicofobista. Las trayectorias y obras de estas mujeres libres lo confirman de principio a fin. Ser moderna cuesta lo suyo y no se deja de serlo así como así. En México desarrolló su magnética y persuasiva pintura, hasta su muerte en 1963. Su fértil colaboración con Leonora Carrington, inglesa indómita, también pintora y escritora, excéntricas y atrevidas las dos, es un legado sorprendente. Luis Buñuel y Octavio Paz se cuentan entre sus fans.
En el círculo de exiliados de Remedios estaba el fotógrafo Chiki Weisz. Lo presentó a Leonora y se casaron. Setenta años después, este mes de enero, se ha sabido que Weisz custodió y protegió 3.500 negativos inéditos de Robert Capa y Gerda Taro en la guerra civil española. Cuánta historia concita la Varo, cuánta y cuánta.
Ya en los ochenta del pasado siglo, el feminismo retomó su obra y la expandió. Así es como desde entonces sus imágenes resurgen aquí y allá, como si emanaran de sus Fuentes del Orinoco, uno de sus cuadros más célebres junto con Mujer saliendo del psicoanalista. El eminente estudioso mexicano Gonzalo Celorio la asimila a Remedios la bella de Cien años de soledad y ve su pintura como fundamento del realismo mágico latinoamericano... Logicofobista Remedios Varo, una desconocida más de la implacable lógica de este lugar."

5 abr 2008

Louise Bourgeois: exposición en el Centre Pompidour. París: 5 de marzo-2 de junio. 2008

J.P. Quiñonero nos ofrece en su blog "una temporada en el infierno", este estupendo artículo que descaradamente copio para nuestros lectores:
"Primera, majestuosa, sombría y espectacular retrospectiva de Francia a su hija pródiga más sulfurosa, Louise Bourgeois, una de las más grandes escultoras de nuestro tiempo, cuya obra está dominada por el sexo, la angustia, la destrucción del hogar, la profanación del recuerdo de su padre, la ruptura con todas las tradiciones convencionales y un oscuro diálogo con las tradiciones indias y africanas.[ .. ]
Comisariada por Marie Laure Bernadac, la retrospectiva del Centro Pompidou consagrada a Louise Bourgeois reúne más de doscientas obras de toda la carrera de la artista, desde los primeros años treinta, hasta hoy.
Por vez primera, la más grande, quizá, de las artistas francesas vivas, recibe un histórico homenaje a una trayectoria que comenzó en París, creció y ganó celebridad en Nueva York, muy tardíamente, ya pasados los cincuenta años, al margen y enriqueciéndose con todas las escuelas dominantes de su tiempo, surrealismo, expresionismo abstracto, diálogo con las artes indias y africanas.
Todo comenzó en París, en el barrio de Saint-Germain-des-Prés, donde su padre, arquitecto paisajista, instaló a su amante en la casa familiar, provocando a su esposa e hijos atroces sufrimientos morales, que Louise Bourgeois a descrito de este modo: “Un buen día, mi padre nos torturaba a todos con sus historias, su cinismo. Y, repentinamente, mi madre, mi hermano y yo nos precipitamos sobre él, para pegarle. Durante muchos años, tuve insomnios con aquella imagen. En sueños, llegué a imaginar que devorábamos a mi padre”.
En el París de entre guerras, la joven Louise solo se siente atraída por la obra de otro marginal, Alberto Giacometti. Pero el hombre de su vida será un americano, historiador del arte, Robert Goldwater, especialista en relaciones entre el arte occidental y el arte de las civilizaciones africanas. La pareja Bourgeois – Goldwater huirá de Francia. Y ella no volverá nunca. Su obra se hará en Nueva York, aunque sus raíces últimas se pierdan siempre en la parisina alcoba íntima de sus padres.

MUÑECAS, SEXO, CASAS Y HOGARES VACÍOS


Expatriada, al margen de todas las escuelas, Louise Bourgeois se abandonó con una precisión turbadora a las imágenes sádicas que persiguen a la mujer madura, evocando sin cesar las pesadillas de la infancia y la adolescencia. Un buen día, en París, su padre se “distrajo”, a los postres de una comida familiar, “esculpiendo” el cuerpo de una ninfa violada (su hija Louise) en la cáscara de una naranja, con un cuchillo de cocina. Décadas más tarde, la hija se “vengaría” con una instalación legendaria, La destrucción del padre (1974).
La majestuosa e inquietante retrospectiva del Centro Pompidou permite reconstruir esa relación íntima de la artista con las pesadillas de una vida encantada por terrores infantiles: muñecas violadas y despedazadas, sexos masculinos en permanente y trágica erección, grupos de hombres y mujeres que copulan sin cesar y sin placer, sexos femeninos profanados como objetos de supermercado, hogares violados con una violencia amarga, desolada, destructora.
En cuero, “latex” y materiales de modernidad industrial, fabricados en serie, la obra escultórica de Louise Bourgeois luce con una negra luz inquietante. El visitante la descubre a través de una de sus legendarias arañas gigantes: monstruos familiares que asaltan al visitante con solo abrir la puerta de un hogar vacío. Inquieto, despavorido, a sabiendas que entra en un mundo de íntimas pesadillas, el visitante descubrirá desérticos paisajes poblados con muñecos eróticos, enormes falos sufrientes y desafiantes.
La más célebre de las arañas / esculturas de Louise Bourgeois se llama Mamá. Una de sus esculturas más famosas se llama Fillete (Chiquilla): se trata de un enorme pene colgando en el vacío. La foto más conocida de Louise Bourgeois es un retrato realizado por Robert Mapplethorpe: la artista, con ese falo en los brazos. Entre sus obras más misteriosas, dibujos, esculturas, de casas vacías, habitadas por inquietantes sombras. Entre esas obras íntimas, hay una “instalación”: Casa vacía. En verdad, esa casa vacía era la casa que Louise Bourgeois compró para un hijo adoptado, en 1940, y fallecido prematuramente. La escultora decidió guardar ese hogar ya para siempre vacío, convirtiéndolo en una obra de arte, rara, misteriosa, Casa vacía. La anciana casi centenaria (96 años) continúa perseguida por la profanación del hogar donde nació, creció y descubrió, con espanto, la tragedia y el misterio de vivir en soledad."



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